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Vorágine, el valiente medio colombiano que nació en la pandemia para hacer volar los temores de emprender en periodismo

Un ‘dream team’ de periodistas en Colombia decidió crear un medio con recursos de bolsillo y en medio de la pandemia. En apenas dos años se convirtió en una alternativa reconocida por la audiencia, líderes de opinión y financiadores.
Laura Rodríguez Salamanca

Laura Rodríguez Salamanca

7 February, 2023

Un ‘dream team’ de periodistas con amplia trayectoria, desencantado con la oferta informativa tradicional en Colombia

País

Colombia

Fecha de fundación

2020

Temas que aborda

Corrupción y derechos humanos. 

Modelo de negocios

Donaciones de audiencia, servicios de formación, cooperación internacional, alianzas con terceros.

Equipo

9 (directora ejecutiva, director editorial, editora general, jefa de ilustración, tres periodistas, una ilustradora y una community manager).


Como la mayoría de reporteros en el mundo, a finales de marzo de 2020 la periodista colombiana Laila Abu Shihab también pasaba los días encerrada en su casa tratando de esperar y predecir lo que traería el inicio de la pandemia: acaso la noticia del siglo. Eran días de reflexión y de andar en pijamas pero también de sentirse en cierta medida estancada, apagada. Para ese momento, Laila no tenía muchos espacios dónde publicar las historias que quería contar y percibía que dar clases de periodismo en la universidad estaba absorbiendo su vida. Atrapada en esas aguas calmas que a veces parecen ir a ningún lugar, a Laila la “salvó” una Vorágine que dio para siempre un vuelco a su vida.

Laila había pasado una década trabajando en la sala de redacción de El Tiempo, el periódico más leído de Colombia, y hacía unos años había trabajado para la página web de la cadena CNN en español. Desde 2016, era profesora de la Universidad Externado de Colombia y esta era su principal fuente de ingresos. “Pero de verdad sabía que a mí lo que me mueve en la vida, lo que me sacude las fibras y lo que me emociona es hacer periodismo”, recuerda.

En una de esas tardes extrañas de confinamiento, a finales de marzo de 2020, Laila recibió una llamada de su amigo y también periodista Juan Pablo Barrientos. La invitaba a formar parte del equipo de fundadores de Vorágine, un nuevo portal periodístico independiente en el que podía ejercer el oficio como quería. “¡Sí, listo! ¿Dónde firmo?”, respondió sin dudar. Él le dijo que se tomara unos días para pensarlo, pero no fue necesario.  

Nacer y crecer en medio de la tormenta

Vorágine nació en tiempos turbulentos. El 17 de marzo de 2020, el entonces presidente de Colombia, Iván Duque, declaró la cuarentena en todo el país como medida para enfrentar al coronavirus. Ese mismo día y como parte de un timonazo editorial de sus nuevos dueños, la prestigiosa Revista Semana despidió a José Guarnizo, uno de sus periodistas investigativos más destacados (más tarde ese año, Guarnizo ganó el Premio Simón Bolívar a mejor reportaje por un trabajo publicado en ese medio) y un cronista reconocido nacionalmente.

El equipo de Vorágine durante los días de pandemia.

Estremecido por la noticia, ese mismo día Guarnizo se reunió con otros dos periodistas de amplia trayectoria que también estaban desempleados, ‘Pacho’ Escobar y Juan Pablo Barrientos, y entre los tres surgió la idea: crear un portal que regresara al origen del periodismo y a la vez innovara.

Semanas después y con el propósito de contar con una figura femenina con credenciales y peso periodístico, Laila se convirtió en uno de los/as siete cofundadores/as de un medio que todavía no tenía presupuesto, pero sí un nombre, un propósito valiente y una idea muy clara del periodismo que querían hacer.

De los siete, el “músculo” periodístico del medio, José Guarnizo, Juan Pablo Barrientos, Pacho Escobar y Laila Abu Shihab, tenían entre 15 y 20 años de experiencia en medios masivos tradicionales. Estaban agradecidos de haber hecho escuela en esas publicaciones, pero sentían que allí no tenían espacio suficiente para publicar sus historias. 

Se trataba de crear un espacio donde no hubiera límite de caracteres ni de columnas, un lugar donde se diera licencia a las historias profundas y a la narrativa cuidada e innovadora, donde el contenido no lo determine el formato, sino al contrario. Historias, además, categóricamente colombianas, como evoca el mismo nombre del medio en alusión a la novela La Vorágine, de José Eustasio Rivera, un clásico de la literatura de ese país que denuncia la explotación de la selva amazónica durante la fiebre del caucho. 

El ancla literaria también acompañó la decisión de jugársela por hacer periodismo de largo aliento y en profundidad que, como la novela de Rivera, constantemente invita al lector a penetrar en la compleja jungla de sus investigaciones.

“Tiene que ser un caso excepcional para que en un medio tradicional le den espacio a una crónica de 10 o 15 páginas. Nosotros precisamente buscamos hacer eso: contar historias profundas, largas si lo necesitan, muy bien escritas y darles un valor agregado usando el cómic periodístico. Nuestras historias van más allá de  la noticia y son complejas, o sea, le exigen a la audiencia”,

explica Laila.

El ‘Jenga’ de la financiación

Desde el principio, los fundadores de Vorágine tuvieron claros los principios financieros de su proyecto: 1) para ser sostenibles debían tener varias fuentes de ingresos; en la voz de Laila, “poner varios huevos en diferentes canastas”. Y 2) no recibirán dinero del Estado colombiano. Hasta hoy, mantienen ambas promesas.

Sin embargo, Laila reconoce que ninguno de los pioneros tenía un ápice de experiencia en gestión de medios y tampoco tenían un modelo de negocio completamente construido cuando finalmente salieron al aire, en junio de 2020. De hecho, Vorágine comenzó con un músculo financiero de siete millones de pesos colombianos (unos US$1,500) que salieron del bolsillo de los siete fundadores. En el camino han aprendido y optimizado.

El equipo de Vorágine, invitado en un taller de la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

Vorágine siempre ha tenido cuatro fuentes de financiación. En lugar de sumar nuevas estrategias, que no descartan a mediano o largo plazo, por ahora decidió enfocarse en perfeccionarlas. 

  1. Producción de contenidos financiados por aliados: La credibilidad de sus periodistas fundadores/as, más el renombre que ha alcanzado el medio, ha derivado en que empresas privadas, fundaciones y organizaciones defensoras de derechos humanos patrocinen varias investigaciones y proyectos específicos. Algunos ejemplos son el especial sobre el aumento de la violencia durante el confinamiento o los reportajes sobre el poder de la industria de productos comestibles ultraprocesados.
  2. Cooperación y subvención internacional: Aunque ha recibido varios ‘No’ por parte de distintos financiadores internacionales, Vorágine no se ha rendido y, desde el año en que nació, ha obtenido importantes grants (subvenciones) que han financiado investigaciones, y también le han permitido costear su funcionamiento y crecimiento.
  3. Servicios de formación: Los integrantes del equipo dictan talleres de ilustración, escritura creativa, crónica o manejo de crisis de comunicaciones, entre otros. Esos talleres pueden ser virtuales o presenciales, los ofrecen a sus lectores y los venden a distintas empresas y universidades. Laila ha empezado recientemente a dar formación sobre emprendimiento periodístico en la Universidad Externado y ese curso también está disponible en el portafolio de talleres de Vorágine.
  4. Donaciones de la audiencia: Vorágine hace un llamado en su sitio web a apoyar su trabajo a través de las plataformas de financiamiento colectivo Vaki y Patreon, y donaciones directas a su cuenta de ahorros. El objetivo es que en el futuro sean los lectores quienes financien la mayor parte del proyecto. 

El trabajo alrededor de estos pilares le ha permitido a Vorágine robustecer sus finanzas. Incluso, ahora “todos tenemos un sueldo mensual, tal vez por ahora muy chiquitito, pero ya todos ganamos. Y eso para mí es fenomenal”, destaca Laila.

Aún así, advierte que la financiación siempre es uno de los mayores retos y que Vorágine está en el momento de consolidarla para ofrecer salarios más competitivos y hacer crecer el equipo.

La “chispa” de emprender

Luego de dos años y medio, Vorágine es un medio adulto que ha logrado mantenerse a flote e, incluso, atravesó un proceso de reestructuración organizativa en 2022, tras la salida de dos miembros fundadores. Esta capacidad de adaptación en tan poco tiempo es una habilidad que Laila y todos los miembros del equipo han aprendido a afinar conforme avanza la vertiginosa vida del proyecto.

Antes de empezar la aventura de Vorágine, Laila Abu Shihab y los cofundadores tenían una amplia trayectoria en medios masivos colombianos.

Al ser una idea que surgió entre amigos, Vorágine arrancó como una hidra de siete cabezas en la que entre todos se tomaban las decisiones.

“Yo digo mamando gallo (bromeando, ndlr) que éramos la anarquía. La anarquía era que al principio, por ejemplo, teníamos una historia, entonces los cuatro periodistas la leíamos. Pero hay que optimizar recursos y tiempo”, reconoce Laila.

Muy pronto notaron que tener una estructura organizativa más definida no solo les ayudaba a mejorar procesos, sino que favorecía la gestión financiera para buscar subvenciones y becas internacionales.

Laila recuerda que nunca se vio a sí misma como una emprendedora de medios de comunicación ni esperaba tener uno propio. Bromea reconociendo que alguna vez pudo verse como una “niña” con baja ambición o pocas metas, pero solo bastó con que Vorágine se atravesara en su camino para que esa “chispa se encendiera” en su interior.

“Como editora general y como gestora, Laila es una columna vertebral de Vorágine. Está siempre al frente del cañón. Es una mujer muy organizada, se le mide a lo que sea. Es una periodista muy versátil porque se fija mucho en los detalles, en la parte administrativa. Además, nos ayuda un montón cuando elaboramos proyectos para grants y es muy rigurosa en la edición”, dice Jose Guarnizo, cofundador.

En palabras de Laila: “el proceso no es solo una lucha externa para formarme como gestora y aprender a conseguir recursos, entre otras cosas, sino una lucha interna, en el sentido de pararme firme, confiar en que puedo y ganarme la autoridad y la credibilidad para que todo el equipo confíe en mí”.

Navegar en las aguas de la gestión de medios, sin dejar de lado su pasión por la producción de historias, le ha permitido a Laila promover que la línea editorial de Vorágine, enfocada en denunciar las vulneraciones de los derechos humanos y la corrupción, también sea coherente con su forma de hacer periodismo. Con el apoyo del equipo directivo y la asesoría de una abogada, a finales de 2022 establecieron un protocolo de atención a violencias basadas en género.

Un torbellino de logros tempranos  

El futuro de Laila está jugado con Vorágine: “este proyecto yo lo asumo como mi proyecto de vida”. Ese compromiso vital del equipo es el que, tal vez, ha hecho que Vorágine irrumpa para agitar los vientos en la oferta del periodismo colombiano.

Así lo explica Florencia Alcaraz, mentora del medio en el programa METIS de SembraMedia: “Vorágine es uno de los proyectos periodísticos más interesantes creados en estos últimos años. Ha logrado posicionarse muy rápido dentro del ecosistema mediático y en las audiencias gracias a la trayectoria de sus fundadores. Cada uno ha trasladado ese prestigio al medio”.

El equipo de periodistas y colaboradores de Vorágine ha crecido. En el extremo de la izquierda, Luis Bonza, y en el extremo de la derecha, Andrés Felipe Carmona.

Con apenas un año de vida, en 2021, Vorágine fue reconocido como uno de los 20 medios más consultados por líderes de opinión colombianos en una encuesta de la firma Cifras y Conceptos. El siguiente año, ocupó el puesto 11 en la misma medición, superando a medios de mayor tradición, tamaño y capacidad financiera como El Colombiano, Infobae y hasta The Washington Post.

Cuando se convoca a un ‘dream team’ de periodistas que además son entusiastas de la gestión de medios, los resultados saltan pronto a la vista. Vorágine ha liderado y acompañado investigaciones que han sacudido la opinión pública y han puesto a dar explicaciones al poder, como la colaboración que hizo con otros medios alrededor de una presunta masacre a civiles que el ejército colombiano habría cometido -y presentado como bajas en combate- en la región de Putumayo (suroeste).

Precisamente esa investigación, en alianza con El Espectador y la revista Cambio –dos pesos pesados del periodismo en Colombia- condujo a que el ministro de Defensa que lideró la operación, Diego Molano, fuera llamado a rendir cuentas ante el Congreso colombiano. El trabajo también ganó el premio Simón Bolívar de periodismo -el más prestigioso del país- a Mejor Noticia en texto en 2022.

Un año antes, José Guarnizo obtuvo el mismo reconocimiento en la categoría Mejor Reportaje por su investigación para descubrir la identidad de 19 cadáveres de migrantes africanos muertos y enterrados como N.N. en un cementerio del departamento del Chocó (noroeste).

Entre las publicaciones de Vorágine también se cuentan informes que imponen la agenda en los grandes medios colombianos, como el que registró denuncias de vetos, censura y acoso sexual en la Federación Colombiana de Fútbol, revelaciones de casos de pederastia cometidos por la iglesia católica y un especial sobre la situación de las trabajadoras domésticas en la pandemia.

“A veces ni me la creo. Me siento tremendamente orgullosa de lo logrado, y muy optimista porque creo que esto apenas comienza. Yo siento que el campo para crecer es gigantesco”, apunta Laila.

El reto, admite, es que la responsabilidad y el compromiso son hoy mucho mayores que al principio, pues Vorágine debe sostener la calidad al tiempo que busca su curva de crecimiento.

“En esto del periodismo todo es muy efímero. Porque nosotros podemos publicar una historia de gran impacto por la que obtenemos un premio y luego nos dan un grant, pero el otro año pueden venir las vacas flacas”.

En casi tres años de vida, Vorágine es un ejemplo de emprendimiento periodístico desde varias orillas. La trayectoria de sus cofundadores les demuestra a sus colegas en la región que nunca es tarde para aventurarse a crear o gestionar un medio, incluso sin conocimientos previos en empresas periodísticas. Su nacimiento en medio de la pandemia le ha dejado el cuero duro para afrontar condiciones adversas y su calidad periodística rebate la idea de que el periodismo a profundidad no tiene un lugar entre el mercado y la oferta informativa.

A Vorágine no le faltan razones para celebrar, pero Laila es precavida. En lugar de quedarse con las siempre tentadoras mieles de los premios y los logros, Laila y su equipo viven constantemente repasando el horizonte en busca de nueva tierra a la vista. Por eso, dice que todos los días trabaja como si acabara de recibir esa llamada de marzo de 2020, como si el proyecto acabara de comenzar.